¿Por qué los desamores de las celebridades, en la actualidad, no son simplemente la exageración de cualquier otro desamor (el nuestro)? En primer lugar, porque está claro que cualquier aspecto cultural, ya sea un producto o un fenómeno, refleja la realidad y contiene una o más verdades, independientemente de si lo consideramos desde una perspectiva material o ideal. Además, estos aspectos culturales están influenciados por el contexto y las circunstancias, incluso por la connotación neoliberal. En segundo lugar, en la era de internet y el dominio de las imágenes, somos testigos de la vida de los famosos a través de las redes sociales. Los observamos aparentemente riendo, llorando, comiendo, paseando, leyendo y compartiendo gustos e intereses. Viven tal y como podría hacerlo cualquiera de nosotros, los simples mortales conectados a la Red.
En la actualidad, la prensa del corazón ocupa un lugar específico en el ciberespacio, en plataformas digitales y redes sociales. Atrae a las generaciones del 2000 debido a la identificación del usuario común con aquellos que acumulan capital de personalidad. Esta identificación permite al usuario analizar las manifestaciones de la cultura popular basándose en su propia existencia, revelando certezas y evidencias que están relacionadas tanto con lo individual como con lo social. Las rupturas amorosas protagonizadas por las celebridades ya no son solo objeto de chismes y entretenimiento, sino que se han convertido en una forma de reflexionar sobre el amor en el siglo en que vivimos. No sería justo atribuir este fenómeno únicamente a la aparición y expansión de internet, ya que el amor ha sido durante mucho tiempo uno de los temas universales más importantes en la historia del pensamiento y el arte. Sin embargo, es innegable que su exageración y popularidad en el ámbito virtual merecen una atención y una crítica honesta desde una perspectiva marxista.
Puede que en un futuro bajo el socialismo y, finalmente, el comunismo, también examinemos los romances de nuestros líderes, artistas y vedettes. Porque el amor, al igual que el desamor, seguirá existiendo. Seguirán existiendo figuras intelectuales, artísticas y políticas que serán admiradas. La vida seguirá su curso y con ella la curiosidad por las vidas de los demás, por sus penas, tristezas, errores y aciertos. Tal vez sea mejor así, tal vez no, quién sabe. Mientras tanto, no puedo evitar mi antojo por estos reflejos de la realidad y las verdades que contienen. Son un material de estudio fascinante para comprender y entender uno de los pocos caprichos que me permito: la fascinación por las personas y sus historias, por la creación de mi propia mitología comunista, como las “Cartas de amor a Lili Brik” (Ediciones De la Flor, Buenos Aires, 1970). Lili Brik fue una escritora y artista, musa de la vanguardia soviética y amante de Vladímir Maiakovski, el gran poeta de la revolución rusa. Por mencionar un ejemplo, claro está.