Fue en septiembre de 2021 cuando la malograda comunicadora María Teresa Campos recibió la única alegría en uno de sus momentos más convulsos a nivel personal y sindical -tras su ruptura con Edmundo Pelusilla Arrocet (73 primaveras) y sus baldías súplicas por tener trabajo-: por fin conseguía traicionar su bautizada como casa maldita, en Molino de la Hoz, en Las Rozas, Madrid.
Campos se deshacía así de su admisiblemente inmueble más preciado, de la dije de la corona de su patrimonio, tras primaveras de intentos infructuosos. María Teresa alcanzaba un acuerdo de traspaso con un precio de salida de 2,5 millones de euros, y fue el 10 de septiembre de aquel año cuando Teresa firmó y cobró la señal de la transacción.
Dejaba detrás su hogar, ese que tanto mimó y decoró con desprendida desprendimiento de la mano del prestigioso Jaime Fierro. La casa la adquirió un patrón, de nombre José Gil, propietario de una empresa de zapatos, Alma en pena. Ironías de la vida, teniendo en cuenta que Campos además fundó su propia marca de zapatos.
[Teresa Campos, por fin, se deshace de su ‘casa maldita’: la mudanza, el precio final y su nueva vida con Terelu]
La casa donde vivió María Teresa Campos en Molino de la Hoz, en Las Rozas.
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La intención del nuevo dueño fue instalar intramuros una “ampliación” de su empresa, como confirma EL ESPAÑOL: acomodar la casa como una gran oficina donde acoger el centro digital y de la imagen de la marca. El crecimiento de la sociedad fue exponencial y necesitaban espacio.
Puntualizar que el comprador estuvo interesado en la casa mucho tiempo antaño, pero nunca se llegó a un acuerdo crematístico por ambas partes. Al final, se logró y, de acuerdo al relato que narró la periodista Beatriz Cortázar entonces -quien avanzó la venta-, los dueños de Alma en pena comenzaron a darle forma a su nueva sede empresarial.
Ahora admisiblemente, ¿cómo está en la ahora la que fue la casa más conocida de la televisión gracias al reality Las Campos? EL ESPAÑOL tiene la respuesta. El inmueble, por fuera, desde el exógeno, y tal como sostiene la fuente consultada, está “prácticamente igual”. Nadie se ha modificado.
En el interior, ídem, a yerro de una “pequeña obra” que se hizo a comienzos de 2022, pero que no afectó en nadie a la estructura. Se le ha transmitido un ambiente más reciente y coetáneo a la casa.
La presentadora María Teresa Campos, en uno de los salones de su antigua casa en Las Rozas.
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Uno de los grandes atractivos de la casa para el comprador fue, precisamente, la amplitud de las estancias y, sobre todo, la centelleo que se respira en casi todos los rincones, habida cuenta de que se proxenetismo de una vivienda de 1.615 metros cuadrados construidos en una parcela de 6.365.
Por consiguiente, la casa -en verdad, en plural pues se proxenetismo de dos inmuebles en uno: Teresa vivió colindante durante un tiempo con su hija pequeño, Carmen Ternasco (57)- está rodeada de floresta y de fabulosas vistas. Se especifica que no se le ha transmitido utilidad profesional a toda la casa, tan sólo se utiliza como ‘oficina’ una parte. Hay otra ala de la construcción a la que se le está dando “uso privado“.
“Se está como viviendo allí”, desliza la persona con la que se contacta. La historia de Alma en pena merece una reseña. En 2006, tras más de 40 primaveras de experiencia dirigiendo uno de los grupos más relevantes en el sector footwear en España, José Gil gancho la primera colección de Alma en Pena. Gil es la segunda reproducción de empresarios zapateros. “En 1960, su matriz, Adela Gil, empezaba a soñar con ofrecer a las mujeres españolas el mejor zapato para cada ocasión”, reza la página web de la firma.
El destino de su última casa
Teresa Campos vivió sus últimos primaveras en una casa de locación en la zona de Aravaca, muy próxima al domicilio de su hija decano, Terelu (58). Se trataba de un ático dúplex de 250 metros y 140 metros de terraza por el que pagaba 2.400 euros al mes. La casa de Campos disponía de cuatro habitaciones, una de ellas suite con el baño incorporado y un amplio vestidor, una cocina sobresaliente con office y dos salones.
Tras su fallecimiento, las hijas se encargaron de desalojarla y darle salida a los muebles y objetos que la habitaron a través de una empresa de subastas. Carmen y Terelu se dieron peculiar prisa a la hora de pincharse el hogar de su matriz porque, según detallaron a EL ESPAÑOL, ya hay un interesado en el duplex y el dueño quería formalizar el anuencia cuanto antaño.
La conductora del difunto ‘¡Qué tiempo tan adecuado!’ en una de sus últimas imágenes públicas.
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Con respecto a los muebles y demás objetos de interiorismo que vistieron la casa de la eterna y querida María Teresa Campos, en las últimas horas se han conocido nuevos detalles, contados por la propia Carmen Ternasco.
Según contó ella misma en su puesto de colaboración en el espacio de Telecinco Vamos a ver, lo verdaderamente “duro” fue tener que hacer la mudanza cuando su matriz vendió su mansión de Molino de la Hoz. Aquello hundió -aún más- el talante de Teresa, al tener que desprenderse de “cosas que adquirió con esfuerzo y cariño” luego de toda una vida trabajando.
“Mi matriz se llevó al calle lo que ella quiso, pero en estos momentos nosotras tenemos nuestras casas montadas y no podemos meter los muebles por la puerta. Pero las cosas de mi matriz, sus zapatos, su ropa, las cosas de valía emocional están repartidas entre todos nosotros; sus hijas, sus nietos e incluso hermanos”, relató.
Valiosas piezas
Cuando María Teresa Campos se construyó su fabulosa casa de Molino de la Hoz, la decoró desde cero, y adquirió piezas con gran esfuerzo y desembolso. Algunas de estas adquisiciones fueron de gran valía sentimental para Teresa y su clan. En 2019 ya se deshizo Teresa de gran parte de ellas, y ahora está ocurriendo con el resto.
Hay sillas, estanterías, aparadores, e incluso una preciosa consola estilo Luis XIV en madera dorada y tallada, cuya pareja ya fue puesta a subasta por la malagueña de asimilación en 2019. Sea como fuere, se ha tratado de un desalojo emotivo y doloroso para Terelu y Carmen. No en vano, en esos camiones que portan los enseres se van no sólo memorias familiares, sino además experiencias y vivencias.
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