Noemí Alan era una reconocida ‘sex symbol’ en los años 80. Trabajó con los principales cómicos de esa época en cine, teatro y televisión. Siempre se jactó de no mostrar “las lolas”. Sin embargo, su vida también estuvo marcada por momentos oscuros, como la violencia familiar, la dolorosa separación de su ex esposo Edgardo Moreira, las adicciones y el alcoholismo. Hoy, vive en Berazategui, ha dejado el alcohol y está recibiendo tratamiento por depresión desde hace tres años.
Noemí ha vuelto a entrenar para subirse a un escenario después de tres meses. Está emocionada por realizar un espectáculo de humor junto a Romerito, Jorge Troiani y Albertito Olmedo, que iniciará en unas semanas en el Gran Buenos Aires. Aunque no se considera retirada, Noemí reconoce que ha pasado diez años sin trabajar de manera constante debido a la falta de oportunidades en ficciones y programas de humor.
Durante su carrera, Noemí trabajó con varios cómicos famosos. Recuerda con cariño a Tato Bores y Juan Carlos Calabró, mientras que su experiencia con Olmedo y Porcel fue limitada. Aunque fue considerada un símbolo sexual, Noemí nunca mostró sus atributos físicos por vergüenza y pudor. Esta elección le costó perder oportunidades de trabajo, pero nunca se arrepintió de su decisión. A pesar de los desafíos que ha enfrentado, Noemí es una mujer resiliente y optimista, que encuentra fuerza en su fe y en su amor por sus hijos.
En su vida personal, Noemí ha superado el dolor de su pasado y ha dejado atrás a personas tóxicas, como su ex esposo y su padre abusador. Aunque el perdón no ha llegado totalmente, ha sacado el dolor de su ser y sigue adelante con una actitud positiva. A pesar de los momentos difíciles, Noemí tiene metas futuras y sigue luchando día a día contra los desafíos que se le presentan. Su historia es un testimonio de resiliencia y superación personal.