La reciente muerte de Ricardo Iorio a los 61 años ha avivado un debate que siempre genera opiniones encontradas: ¿se debe separar la obra de un artista de sus costumbres y opiniones personales? Un mensaje humorístico en las redes sociales desató una gran discusión sobre este tema. El mensaje decía: “[MURIO IORIO] Lo velan en dos cajones para separar la obra del artista”. Resulta que Iorio, ex integrante de bandas de heavy metal como V8, Hermética y Almafuerte, siempre expresó su inconformismo con el sistema y fue bastante polémico en sus declaraciones. Era conocido por ser provocador, incisivo y entretenido tanto para sus fans como para aquellos que se topaban con alguna entrevista suya.
Más allá de Iorio, la discusión sobre separar la obra del artista de su vida personal se aplica a todas las expresiones artísticas. Hay quienes consideran que la vida personal del artista no debe ser un factor dominante en la apreciación de su obra. Argumentan que la vida personal puede proporcionar contexto, pero no debe ser el único criterio de valoración.
Por otro lado, existen quienes creen que la vida del artista es inseparable de su obra y que ambas deben ser evaluadas en conjunto. Sostienen que la vida del artista puede aportar luz sobre su obra, sus motivaciones y su significado. Algunos incluso opinan que apoyar la obra de un artista problemático puede ser problemático en sí mismo para la sociedad.
Sin embargo, también hay quienes tienen un enfoque selectivo. Consideran tanto la obra como la vida del artista como elementos importantes para su evaluación. Reconocen que en algunos casos la vida del artista puede ser relevante, mientras que en otros casos no lo es tanto. La decisión de separar o no la obra de la vida del artista a menudo depende del contexto y de la gravedad de las acciones del artista. Esta discusión es continua y evoluciona con el tiempo, ya que los valores culturales y las normas cambian.
Aunque no se ha llegado a un consenso, los casos de “cancelación” de artistas, incluso de manera retroactiva, han generado preocupación. ¿Hasta qué punto se puede llegar con la cancelación? ¿Se rechazan las opiniones y a las personas en su totalidad? ¿Qué tipo de sociedad se está construyendo cuando se aplica la intolerancia en nombre de la tolerancia?
En última instancia, la opinión sobre si se debe separar o no la obra de un artista de su vida personal es subjetiva y depende de cada individuo y del contexto. La controversia surge especialmente cuando las acciones o comportamientos personales del artista son considerados moralmente cuestionables o aberrantes. Sin embargo, el sentido común que se ha creado en torno a estos dilemas parece alejarse cada vez más de un enfoque personalizado que podría variar según la obra, el artista y las circunstancias. Muchas veces se impone una corrección política que obliga a tomar posiciones injustas y destructivas. Incluso en los casos más extremos de cancelación, ¿se puede realmente rechazar a Richard Wagner porque fue admirado por los nazis?
En este sentido, el músico australiano Nick Cave expresó su opinión al respecto. En un blog donde responde preguntas sobre diversos temas, Cave dijo que no cree que se pueda separar el arte del artista. Opinó que el hecho de que personas malas hagan buena arte es motivo de esperanza. También habló sobre la redención y cómo todos tenemos la oportunidad de elevarnos por encima de las partes más desfavorables de nuestra naturaleza. Para Cave, incluso un artista problemático puede crear una obra transformada o redimida que muestre lo mejor de su naturaleza.
En el mundo del cine, la música, la pintura y la literatura, se han cancelado a artistas como Michael Jackson, Woody Allen, Roman Polansky, Paul Gauguin y Louis-Ferdinand Céline. Sin embargo, la discusión sobre la separación de la obra del artista sigue vigente, y cada vez es más compleja y controvertida.