“Para mí la belleza es una forma de quererse a uno mismo, porque implica tomarse tiempo para cuidarse”, dice Elle Fanning (Conyers, Georgia, Estados Unidos, 25 abriles) sentada en un sofá de una suite del Hôtel Le Majestic de Cannes. “Aunque sea hacerte un maquillaje o un peinado, ese tipo de belleza significa que te has parado un momento para mirarte al espejo, para ser creativo con cómo quieres mostrarte”. Imagen de la fragancia Fame de Rabanne, su presencia ilumina: lo hace durante la entrevista (con su larga cabellera rubia enmarcando un maquillaje sonrosado) y lo hizo todavía en la velada antecedente, cuando apareció en una corta fiesta en una terraza en la Costa Cerúleo. “Hola, soy Elle, encantada”, se presentó uno a uno, mientras su vestido tintineaba. Lucía una creación metalizada de la marca con la que parecía un ninfa que hubiera decidido diseñarse una armadura.
Todos los perfiles que la definen destacan su profesionalidad. Seguramente por ahí esté la esencia que explica cómo se ha convertido en una actriz respetada en el interior de una industria en la que trabaja desde ayer de tener conciencia. “La primera película que hice fue Yo soy Sam, hacía de mi hermana de pequeña y tenía dos abriles. No me acuerdo de aquello. Sé que un día fui a visitarla al set de rodaje y dijeron que como nos parecíamos deberían usarme para esas escenas”. Su hermana es Dakota Fanning y aparece constantemente en la conversación: “Hablamos casi todas las noches. Es la mejor”. Juntas fundaron hace dos abriles su propia compañía de producción, Lewellen Pictures, siguiendo la vestigio de muchas compañeras que han decidido tomar las riendas de las historias: “Somos muy buenas socias. Nos complementamos en la parte de negocio”.
Ha crecido en platós —ayer de cumplir los 15 ya había trabajado con Sofia Coppola, David Fincher, Alejandro González Iñárritu o J.J. Abrams— y ha asido a las generaciones más jóvenes con la serie The Great, en la que interpretaba a Catalina la Sobresaliente de Rusia: “¡Me ha poliedro tanto! He crecido como actriz y como persona interpretando a una líder tan cachas y franca. Con ella he aprendido a serlo yo, a aumentar mi confianza”. La auge que bautiza al perfume al que pone rostro es poco que conoce de sobra. O, dicho de otra guisa, no conoce otra cosa: “La auge implica una responsabilidad, quieres usarla sabiamente. En singular ahora, que soy una mujer mozo y sé que hay chicas más pequeñas admirándome. Sé que tiene un costado vago, pero siento que mi hermana y yo lo hemos esquivado. Hemos sido niñas actrices y escuchas historias, pero nosotras teníamos a una gran comunidad y familia buena a nuestro cerca de, hemos ido al colegio habitual y creo que nos ayudó a evitar esa cara. Ahora ya podemos disfrutar de la parte divertida de la auge: de estar aquí, de hacer la moqueta roja, dedicarte a lo que amas… Viene con el trabajo que elegí”. Poco que no debería estar incluido de serie en el puesto de hado es la presión sobre el físico, que Fanning sufrió por partida doble: en Hollywood, pero todavía con sus compañeros de clase. “Desgraciadamente todo el mundo siente esta presión de una u otra forma: frente a una cámara o en las redes sociales, que todavía son difíciles porque te estás comparando todo el tiempo. Hay un tipificado de belleza que debes seguir y nadie es inmune. Por suerte se perfeccionamiento con los abriles; es sostener, cuando eres mozo te puede aventajar, especialmente en el instituto, pero yo he conseguido tener seguridad en mí misma”.
Hoy tiene suficiente experiencia para plantar cara, para reivindicarse y para fiarse de sus instintos. Así elige sus próximos trabajos: “Cuando tienes que pensarte mucho un tesina, en última instancia es que no. Suelo quedarme con la primera reacción instintiva que tengo al percibir un guion, una que me dice que tengo que ser yo la que interprete ese papel, que no puede hacerlo nadie más”. Se encuentra muy cómoda jugando con la moda: “Siempre me ha encantado expresarme a través de la ropa, desde pequeña. Es parte de mi identidad, una extensión creativa de quién soy y del papel que quiero representar cada día”, cuenta mientras mira a la playa de la Croisette. Cannes es un destino singular, fue miembro del comisión de su prestigioso festival en 2019 y aquí celebró su medición (con un teatral vestido de Zuhair Murad): “Estaba promocionando The Neon Demon, era mi primera vez aquí, pero todavía era mi medición, así que se caldo a mi cita y mi mama nos preparó el corsage y el botonier [las flores que ellas y ellos llevan en muñeca y solapa], nos hicimos fotos y pasamos la mejor sombra. Creo que fue más divertida que la medición habitual”, recuerda con media sonrisa Fanning, que lleva toda la vida navegando con soltura entre el glamur que conlleva su trabajo y la vida cuando se apagan los focos, cuando es simplemente Elle.
