Marilyn Monroe tuvo una vida llena de experiencias. En sus 36 años de vida, se casó tres veces, protagonizó alrededor de treinta películas, fue fotografiada en innumerables ocasiones, dio cientos de entrevistas, asistió a numerosas fiestas y estrenos, y se convirtió en una de las estrellas más brillantes de Hollywood. Sin embargo, solo tuvo una casa. Compró esta única vivienda cuando ya tenía 35 años y era una celebridad global sin igual. Fue un lugar que ella misma buscó y eligió, que amó y comenzó a decorar personalmente. Sin embargo, tras su muerte, todo quedó incompleto. Esta casa histórica, a la que los fanáticos de Marilyn siguen acudiendo sesenta años después de su muerte, está a punto de desaparecer. Los nuevos propietarios planean demolerla.
La casa de Monroe está ubicada en el 12305 de Fifth Helena Drive, en Los Ángeles. Es una construcción relativamente pequeña para los estándares de la ciudad, con alrededor de 270 metros cuadrados. Es una casa clásica y sencilla, muy diferente a las mansiones de las estrellas actuales. Situada en el barrio de Brentwood, al sur de Los Ángeles, cerca de las montañas y las playas del Pacífico, fue construida en 1929 en estilo colonial español, con paredes blancas, patios y suelos de terracota. Así era la casa de la actriz, a la que se mudó a principios de 1962, después de vivir en las colinas de Hollywood con Joe DiMaggio y en la popular zona de Runyon Canyon, muy solicitada por las celebridades, junto a Arthur Miller. Sin embargo, esta fue su primera y única casa, con cuatro habitaciones, tres baños y techos con vigas de madera. También tenía una piscina en la que, al parecer, nunca nadó, buganvillas y un pequeño huerto de árboles cítricos. Fue en su dormitorio principal donde Marilyn fue encontrada muerta por una sobredosis el 4 de agosto de ese mismo año.
La actriz de Niagara y Some Like It Hot compró la propiedad por alrededor de 77.500 dólares en ese momento, lo que equivaldría a casi 760.000 dólares hoy en día, unos 710.000 euros. En marzo de 1963, la pareja formada por Gilbert y Betty J. Nunez se hizo con la propiedad y muchas de las pertenencias de Monroe por 87.500 dólares, 10.000 dólares más que el año anterior. Posteriormente, subastaron muchos de esos objetos a finales de los años noventa. Después de pasar por varias manos, la propiedad se vendió en 2017 por entre siete y ocho millones de dólares. Los últimos propietarios, Dan Lukas y su esposa Anne Jarmain, realizaron algunas reformas en la casa durante su estancia, especialmente en la cocina y los baños.
Desde entonces, hay diferentes versiones sobre el destino de la casa. Según el periódico local Los Angeles Times, los propietarios actuales, los Lukas-Jarmain, están pensando en demoler la casa, pero no están respondiendo a las preguntas de los medios de comunicación. Según la revista especializada en lujo y propiedades Robb Report, la pareja compró otra casa en la misma zona de Brentwood hace apenas seis meses por 13 millones de dólares (12,2 millones de euros) y, el mes pasado, vendieron la casa de Monroe por unos 8,4 millones de dólares (7,85 millones de euros) a nuevos propietarios que quieren deshacerse de ella y construir en su lugar una residencia más grande y moderna.
En cualquier caso, los dueños actuales han presentado una solicitud de permiso de demolición a las autoridades de la ciudad. En principio, no debería haber problemas para obtenerlo, ya que se trata de un procedimiento de rutina. Desde mediados de la década de 1960, Los Ángeles cuenta con un programa de preservación de edificios y lugares de interés que incluye más de 1.200 lugares históricos en sus 35 áreas comunitarias. Estos lugares son considerados importantes por su arquitectura, su relevancia histórica o por haber acogido eventos significativos. La calificación implica una protección total, y hay alrededor de cincuenta lugares en la zona de Brentwood que están protegidos por este programa. Sin embargo, la casa de Monroe no se encuentra en esta lista.
La casa de la actriz nunca ha sido considerada para su inclusión en los edificios protegidos. Sin embargo, en 2013, la ciudad llevó a cabo una evaluación que la identificó como “potencialmente significativa debido a su asociación con Marilyn Monroe”, aunque se consideró que era necesaria más investigación al respecto. Contactamos con el Departamento de Planificación de la Ciudad de Los Ángeles, quienes afirmaron que iban a investigar la situación.
La Organización de Propietarios de Brentwood (BHA, por sus siglas en inglés), una asociación local formada por voluntarios en 1946 para preservar el patrimonio del barrio, ha presentado una queja para evitar que la casa se pierda, como tantas otras del Hollywood dorado que han sido devoradas por la ciudad. Rodney Liber, miembro de la junta directiva de la BHA y vecino del área durante 30 años, explica a través de correo electrónico que tanto él como muchos otros miembros de la asociación están tristes por la inminente demolición de la casa, ya que es una de las casas más famosas del mundo. Sin embargo, la BHA no tiene autoridad ni jurisdicción para intervenir, ya que no hay reglas con respecto a los permisos de demolición y la casa no está en la lista de bienes históricos. Liber afirma que esperaban que los propietarios actuales la hubieran comprado para preservarla, pero es posible que hayan cambiado de opinión debido al valor del terreno.
Brentwood es un lugar tranquilo, aunque siempre hay algunos turistas merodeando por la casa de Monroe, aunque desde fuera no se puede ver en su totalidad. Era un lugar muy apreciado por ella, el primero que realmente llamó su hogar. De hecho, unas semanas antes de su muerte, Marilyn dio una larga entrevista a la revista Life, en la que habló sobre la emoción de ser propietaria de su propia casa e incluso mencionó la artesanía que había comprado en México para decorarla. Explicó por qué no quería que se mostrara en las fotos del reportaje, diciendo “No quiero que todo el mundo vea exactamente dónde vivo, cuál es mi sofá o cómo es mi chimenea”. Y junto a la casa principal, había una pequeña construcción, un apartamento, que estaba destinado a ser un refugio para cualquiera de sus amigos que estuviera pasando por dificultades. Lamentablemente, esa casita ya no existe, ya que se incorporó a la vivienda principal en una de las últimas renovaciones para hacerla más grande. Sin embargo, lo que supuestamente aún permanece es la inscripción en latín que se encuentra en los azulejos del porche delantero: “Cursum Perficio”, que significa “Aquí termina mi viaje”.