Si hay alguien que ha vivido la vida a su manera, ese es Delfina Frers (67). Además de ser madre de Delfina (42) y de los mellizos Eduardo y Elina Blaquier (39), y abuela de 8 nietos (de edades comprendidas entre los 3 y los 23 años), Delfina es heredera de Germán Frers, una figura clave en la ingeniería náutica a nivel mundial. Pero Delfina no se conformó con ser hija, madre y abuela.
En su época, era una de las modelos más demandadas, pero decidió adentrarse en el mundo del motociclismo y los automóviles para desafiarse a sí misma, no como un acto feminista, sino como una forma de superarse y “mejorar como persona”. También incursionó en el mundo de los helicópteros (es piloto) y aprendió a tocar el violín en su edad adulta. Incluso fue la manager de un equipo femenino de ciclistas que compitió en el Giro D’Italia, una de las competencias más feroz y prestigiosa en el ciclismo.
– “No temas equivocarte, teme abandonar” es lo que dice tu biografía en Instagram. Eso es todo un testimonio…
– Ese es el principio que guía mi vida. En una competencia, aquellos que abandonan no tienen oportunidades. Y eso también aplica a la vida en general.
– Has competido en motociclismo, automovilismo y ciclismo: ¿contra quién y con qué objetivo?
– Siempre he competido contra mis propios límites y con el objetivo de ser mejor. La competencia es fundamental porque mejora todos los aspectos de la vida. Sin la competencia, no habríamos visto avances tecnológicos ni otros logros. La competencia es el motor del progreso, siempre lo ha sido.
– Eres hija de una de las personas más influyentes en el mundo de la ingeniería náutica, el famoso ingeniero y constructor naval Germán Frers.
– Y también era un competidor nato [se ríe]. Él quería ganar carreras con sus barcos y lo lograba gracias a sus diseños.
– Parece que la competencia es el idioma de tu familia.
– Diría que es el idioma del mundo. Pero sí, mi familia siempre ha trabajado para mejorar y ganar. Esa es la única forma de alcanzar la excelencia.
– No participaste en regatas, ¿por qué?
– En esa época, las regatas eran exclusivas para tripulaciones masculinas. Las mujeres solo podíamos competir durante el día. No era viable pasar una semana entera a bordo de un barco de dimensiones reducidas… Ni mi hermana [María Elina] ni yo hemos participado en regatas largas. Papá no nos lo permitía.
– Sin embargo, rompiste paradigmas en las carreras de automóviles.
– Los automóviles son mi gran pasión… Cuando era joven, escuchaba las carreras por la radio junto a mi amiga Maggie Marín, y aún seguimos siendo muy cercanas. Ella era sobrina de Gastón Perkins, un piloto de carreras muy talentoso en aquel entonces [Perkins fue campeón del TC en 1969 e integró la misión argentina en las 84 horas de Nürburgring ese mismo año]. Éramos las únicas chicas locas en el colegio que seguían las carreras de autos por la radio.
– ¿Y cómo te convertiste en piloto de carreras de automóviles?
– Un día, mientras veía televisión, vi que se estaba creando una categoría exclusiva para mujeres. Convocaban a mujeres a presentarse en el Autódromo de Buenos Aires, y así lo hice. Me subí a un auto de la categoría Nissan y el piloto me llevó a dar algunas vueltas en la pista. Luego se bajó y me dijo: “Haz lo que puedas”. Agarré el volante y di lo mejor de mí. Cuando terminé, el piloto estaba sorprendido porque había logrado un tiempo muy parecido al suyo. Así fue como empecé en el automovilismo.
– En ese entonces, era bastante impactante que una mujer fuera piloto de carreras.
– Efectivamente, en esos años solo los hombres competían en las carreras de automovilismo. Las mujeres simplemente no lo hacían. De hecho, fui la única mujer que compitió en el TC2000 durante mucho tiempo. Creo que solo otras 2 mujeres incursionaron en esa categoría, y una de ellas fui yo.
– ¿Te afectaba de alguna manera ser mujer en la competencia?
– Uno compite tal como es, siempre. Además, te diré que no hay diferencia entre hombres y mujeres a la hora de manejar en las carreras de automovilismo. No se necesita fuerza, solo se necesita tener claridad de mente. Nada más.
– ¿Dejaste las pasarelas para subirte a los autos?
– Dejé las pasarelas para empezar en el motociclismo. Tenía 34 o 35 años cuando lo hice. Participé en enduro durante 2 años antes de dar el salto al automovilismo. Fue una experiencia muy enriquecedora. En el motociclismo, te caes mil veces y te levantas mil veces para seguir adelante.
– ¿Por qué dejaste el motociclismo?
– Me caí muchas veces y los golpes duelen. Afortunadamente, solo me lastimé un ligamento durante esos 2 años. Me tuvieron que operar la rodilla justo cuando estaba en plena temporada de desfiles, pero seguí trabajando a pesar de cojear. En esa temporada, los diseñadores tuvieron que encontrar pantalones que me quedaran [se ríe].
– En los años 80, formaste parte de la primera generación de famosas modelos, junto a Andrea Frigerio, Teresa Garbesi y Mora Furtado.
– Fue una época fabulosa. Podría escribir un libro lleno de anécdotas. Recuerdo haber llegado a un desfile cubierta de polvo, con alpargatas y bombachas de campo, y transformarme en una reina. Los desfiles de Gino Bogani eran espectaculares, de verdad.
– Pero al mismo tiempo, todo era bastante rudimentario.
– Las revistas de moda llegaban con 6 meses de retraso. Los desfiles de moda no existían. Gino fue el primero en dar clases en la facultad. Estábamos bastante aislados. No fue hasta los años 90 que entramos realmente en el mundo de la moda.
– ¿Seguías una dieta estricta en aquel entonces?
– Hacía mucho deporte. Nunca me gustó hacer dietas, así que quemaba todas las calorías que consumía. Correr siempre me mantuvo en forma.
– Hace unos años, cuando vivías en San Luis, fuiste la manager de un equipo de ciclistas femeninas. Tenías la intención de llevar a ese equipo a los Juegos Olímpicos de 2020.
– Una de las ciclistas, Paola Muñoz, lo logró. Era chilena, no argentina, y tenía una mentalidad muy diferente en cuanto al deporte. Estaba muy preparada. Sin embargo, tuvo mala suerte: se cayó durante una carrera y no pudo completarla.
– ¿Qué pasó con el equipo?
– Tuvimos una campaña muy interesante durante 3 años. Llevamos a las chicas a competir en giras por Estados Unidos y su desempeño fue tan bueno que nos atrevimos a participar en el Giro D’Italia femenino, que es la competencia más importante en nuestra categoría. El equipo hizo un papel excelente: de las 6 competidoras, 3 llegaron a la meta. Es una carrera en la que compites con todas tus fuerzas porque está en juego la clasificación a los Juegos Olímpicos. La provincia de San Luis apoyó al ciclismo y nosotras hicimos ruido. Sin embargo, los políticos no entendieron la importancia de nuestro logro. Redirigieron los presupuestos de Deporte a Salud y nos quedamos sin equipo. Fue una lástima, pero así son las cosas.
– ¿Cómo terminó tu relación con Alberto Rodríguez Saá?
– Terminamos bien después de 3 años de relación. Cuando terminamos, me enfoqué por completo en el ciclismo.
– Hace tiempo que no te vinculamos con ningún candidato…
– No tengo a ningún candidato. Estoy enfocada en las cosas que amo y, sinceramente, no ha surgido nada que me sorprenda. En este momento, no estoy dispuesta a acompañar a nadie y no voy a abandonar lo que estoy haciendo. Fui muy amada y las expectativas están muy altas. De todas formas, no cierro la puerta a la posibilidad de vivir un gran amor, aunque debo admitir que es complicado.