“El final es un poco triste, ¿no?”. En una de las escenas más recordadas e icónicas del documental de 2015 que repasaba su corta vida, Amy Winehouse miraba a la cámara y lanzaba, con un fino sentido del humor, una consejo sobre la canción cuyas voces acababa de aprender, ‘Back to Black’. Un tema que acabaría dando nombre al disco que la llevó a lo más stop del estrellato mundial y que, a la postre, sería su gran cesión musical. Y una frase que definió como pocas el desenlace de su vida. Sí: el suyo fue un final triste.
Hoy, coincidiendo con el que sería su 40 cumpleaños, muchos se preguntan cuáles hubieran sido sus siguientes pasos. ¿Hubiera seguido en la onda soul que marcó el inolvidable ‘Back to Black’? ¿Apostaría por otros géneros como el reggae, por los que incluso sentía devoción? ¿Se hubiera animado a tocar otros instrumentos, como la depósito, por la que mostró mucho interés en los últimos compases de su vida? ¿Colaboraría con otros artistas, como planeaba hacer con Questlove de la partida The Roots, y como ya hizo con Tony Bennett en la que fue su última vídeo?
Quizá, todo hubiera sido diferente si los medios de comunicación sensacionalistas de su país no hubieran sido tan despiadados con ella
Todo son hipótesis y conjeturas. Pero, quizá, todas ellas pasaban porque Amy superase su anexión a las drogas, al bebida y a los diversos fármacos que consumía, especialmente tras casarse en 2007 con el que consideraba el sexo de su vida, Blake Fielder-Civil, con quien mantuvo una relación tóxica en todos los sentidos. Quizá, su futuro hubiera sido otro si hubiera dicho “sí” a la rehabilitación a la que cantó en otro de sus grandes éxitos, ‘Rehab’, con la que logró estar dos semanas en el número 1 de 40 en 2008. Y quizá, todo hubiera sido muy diferente si los medios de comunicación sensacionalistas de su país no hubieran sido tan despiadados con ella. Todo son hipótesis y conjeturas, pero diez primaveras posteriormente, quizá sea incluso el momento de lanzarlas.
La mentira de cristal
“Amy era una persona extremadamente sensible”, opina Ana, fan madrileña de la cantante británica. “Sufría mucho por el acoso de los paparazzi, que se inmiscuían en cada aspecto de su vida privada. Y al mismo tiempo, la masa consumía esa información en los diarios. En cierto modo, ese clima mediático incluso la mató. Quizá lo hicimos un poco entre todos, porque hubo un momento en que todo el mundo se mofaba de sus desvaríos, como tras aquel desastroso concierto en Belgrado en el que salió visiblemente borracha. Por todo ello creo que, de no ocurrir sido por aquella maldita sobredosis, su futuro podría ocurrir estado en otro oficio allá de Londres. Quizá en algún rincón del mundo en el que estuviera tranquila, allá de los focos y con la suficiente paz interior para dar rienda suelta a toda la creatividad que tenía”.
Personalmente me hubiera gustado que nunca hubiera descuidado el funk y el soul
— Jesús Taltavull
De lo que no hay duda es de que Amy tenía una de las carreras más prometedoras de la industria musical. Pero siquiera es sencillo pensar por dónde hubieran ido sus pasos en lo estético. Jesús Taltavull, comentarista de LOS40, tiene sus preferencias. “No tenemos una mentira de cristal para adivinar ese futuro hipotético, pero personalmente me hubiera gustado que nunca hubiera descuidado el funk y el soul. Al fin y al sitio, son estilos que de no ser por ella no hubieran vuelto a sonar en radios como LOS40. Al dejarnos, ese hueco no se ha llenado fácilmente”, lamenta. “Por supuesto, podría seguir abierta a colaborar con otros artistas de entornos más alejados al suyo, pero creo que sus discos tendrían que ocurrir seguido apostando por ese estilazo tan suyo, ese color en la voz y ese ‘remolcado’ tan maravilloso que tenía”.
Es posible que, para ayudarnos a concretar por dónde irían los pasos de Amy, sean de gran ayuda los diarios que sus padres sacaron a la luz el pasado mes de agosto. En aquellos cuadernos de adolescencia y pubescencia, la inexperto cantante reflexionaba sobre cuestiones como el sexo, la música o sus dudas e inseguridades. “Estoy contenta de ser diferente. No es como si quisiera ser como todos los demás. Me encanta tener mi propio estilo individual. Me encanta ser ruidosa y murmurar con la masa. Es como soy”, escribía una inexperto Amy.
La cantante Amy Winehouse: así sería con 40 primaveras según la Inteligencia Fabricado
En aquel diario, la cantante incluso se lamentaba de su válido carácter. “Odio mi temperamento. A veces me carcome tanto que me pongo físicamente violenta con los que amo”, se sinceró delante el papel en blanco. Sus padres, Mitch y Janis, incluso dieron su opinión sobre el poder que ejercía la música en su hija. “No sabemos con certeza si componer se convirtió o no en una catarsis para Amy, pero ciertamente fue un proceso creativo al que volvió una y otra vez en sus periodos más felices, así como en sus momentos más oscuros de anexión”, explican.
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Con su asesinato, el 23 de julio de 2011, Amy Winehouse pasó a engrosar el tristemente conocido como Club de los 27, formado por toda una serie de artistas que fallecieron a esa misma tiempo. Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison o Brian Jones. De todos y cada uno de ellos se especuló sobre cómo hubiera sido su carrera de no descuidar el mundo demasiado pronto. La de Amy incluso queda en el demarcación de la imaginación, con la única seguro de que hubiera sido tan distinto e irrepetible como ella.