“Hola, ¿qué tal?, soy Álex”, se presenta natural, como si no fuera consciente de que toda la sala sabe quién es. Si dijera su verdadera retahíla de nombres, Benemérito Alejandro José, nadie le pondría cara, pero como Álex González, sí. El actor madrileño, de 43 abriles, lleva 20 en el mundo de la interpretación. Es sobradamente conocido por papeles como el del agente Morey en El príncipe, la serie de Telecinco cuyo final tuvo pegados a la pantalla a más de cinco millones de espectadores en 2016, o el de Encanto, el mancebo luchador al que dio vida en Segundo asalto, la película que le valió la nominación al Goya como mejor actor revelación en 2006. A Álex no le agrada descuidar unos compromisos para atender otros. “Jo, me sabe mal”, asegura cuando le instan a interrumpir momentáneamente la entrevista para entrar en una conexión televisiva en directo. Pero es casi inalcanzable cumplir horarios cuando todos en la fiesta, desde los invitados hasta los guardias de seguridad, lo buscan para saludarle, fotografiarle y explicitarle su devoción. Él los atiende sin perder la sonrisa. “Tengo la suerte de que la multitud es siempre muy amable conmigo, muy cariñosa, y por eso llevo admisiblemente la popularidad”, reconoce.
La fiesta celebra el primer aniversario de la marca de moda masculina OOTO (Out Of The Office), fundada por su colega Andrés Velencoso, que ha favorito a González para ostentar sus prendas como invitado de honor para la ocasión. Su ropa está dirigida a “un manifiesto masculino, consciente, decidido y disfrutón”, cuatro adjetivos con los que el actor se siente muy identificado. “Hay que dar el 100% en el trabajo, pero todavía fuera de él, con la grupo, con los amigos y contigo mismo”, confirma. Además dice, riéndose porque suena un poco a cliché, que está en el momento más versátil de su vida: “Se supone que con 18 abriles hay que designar a qué te quieres designar y parece que tiene que ser una referéndum para toda la vida, y encima ser el mejor en eso. Pero para mí la versatilidad está en añadir más, en poder ser varias cosas a la vez”. La cara como maniquí se le da muy admisiblemente, pero sus intereses están puestos en los negocios. Actualmente, se está estrenando como coproductor en una comedia romántica que, “si todo va admisiblemente”, se rodará en 2024 y tiene entre manos un negocio de hostelería que “ojalá vea la luz a finales de este año”.
Esto no implica que descuide la proceder. “Tenía mucho conflicto porque pensaba que si ponía el foco en esto dejaba de ser lo otro, pero me he hexaedro cuenta de que el día es muy prolongado y si te organizas admisiblemente puedes hacerlo todo”, explica. Este verano ha pasado cuatro meses en Bilbao, sumido en el rodaje de The Other Side, una serie de Disney+ producida por Daniel Écija que se estrena en enero de 2024. González interpreta a Andrés, un policía viudo. “Policía otra vez, pero ya padre”, comenta desenfadado. Lo de cumplir abriles lo lleva admisiblemente: “Sigo haciendo las mismas cosas que cuando tenía 20 abriles a nivel deportivo, que es lo que más me gusta, pero con la juicio y la experiencia que te dan los abriles”. Lo único que le hace ser consciente del paso del tiempo es la idea de la paternidad. Le pasó en esta ficción, cuando conoció a Clara López, la actriz de 13 abriles que interpreta a su hija en la nueva serie. “Cuando la conocí, pensé: ‘Muy anciano la pupila, ¿no?”, relata entre risas, “luego me di cuenta de que la podría acontecer tenido con 30 abriles, que es lo común”. Esos cálculos los traslada todavía fuera de la pantalla. “No puedo evitar pensar, joe, tengo 43 abriles y estoy soltero. Si quiero tener hijos, qué minúsculo que cuatro abriles de conocer a algún. Y buf, ahí ya me empiezo a agobiar”, reconoce.

Su historial amoroso incluye exparejas como la cantante Chenoa (48 abriles) y las actrices Adriana Ugarte (38 abriles) o María Pedraza (27 abriles), con quien la relación llegó a su fin en abril de este año. “Sigo creyendo en el bienquerencia”, comenta medio ruborizado de oírse expresarlo en parada. Y cuando acento del bienquerencia se refiere a mucho más que encontrar pareja. “Me gusta construir. Todo: relaciones, negocios, proyectos, grupo, amigos… Es mucho mejor profundizar en una persona que estar en la superficie de varias. En todos los sentidos”, garantiza.
Además está enamorado de su profesión y hasta recuerda el momento exacto en el que sintió el flechazo. Fue hace 23 abriles en el cine, viendo Antaño que anochezca, la película de Julian Schnabel protagonizada por Javier Bardem. “Empecé a estudiar interpretación cinco abriles antaño, pero ese día supe 100% que iba a ser actor”, cuenta. Esa determinación es la que le llevó a conseguirlo: “Cuando estaba en la escuela de Juan Carlos Corazza, mis compañeros eran de fuera y todo el mundo decía, ‘bueno, yo estudio aquí y si no me sale vuelvo a casa’. Yo era de Madrid y ya vivía solo y no sentía que pudiese retornar a ningún sitio. En mi caso, o me salía o me salía. No podía no salirme, no tenía un plan B. Y eso es lo que más gasolina me ha hexaedro para poder conducirse de esto”.
Javier Bardem interpretando al escritor y poeta cubano Reinaldo Arenas fue el responsable del prendamiento de Álex González por la interpretación, pero la larga cicatriz que luce en su valedor derecho fue la culpable de que hoy sea actor. Así lo contó en una entrevista en Icon en 2016, donde relató el serio choque de moto que tuvo con 18 abriles y que le hizo replantearse todo. “Como poco inesperado que te cambia la vida en un segundo, ese momento ha sido el más robusto”, roborar ahora, “pero hace poco he vivido la enfermedad de tres seres queridos muy de cerca y todavía ha sido un antaño y un luego”. No le importa compartir que una de esas enfermedades es un cáncer y que uno de esos seres queridos es su padre. “La multitud siempre dice que de poco hay que sucumbir, pero no es tan sencillo. Puede ser poco muy pausado y muy doloroso y muy prolongado. Me ha cambiado no solamente por estar en contacto con la pérdida, sino todavía por darle vueltas a cómo quiero cuidarme. No se manejo solo de poco físico y de hacer deporte, sino que he empezado a pensar en la perdurabilidad y en cuidarme para conducirse con calidad no solamente por mí, todavía por los míos, por los que lo sufren”, constata.
Álex González vivió el éxito de la pequeña pantalla cuando las series obligaban a los espectadores a estar pendientes de la tele un día concreto de la semana, a una hora determinada ―normalmente demasiado tarde― y aguantando varias interrupciones de anuncios. Plataformas como Netflix o HBO y sus interminables catálogos han transformado por completo esta forma de consumir ficción, pero él se considera “muy procambio”. “No le puedes pedir a una piropo que se quede igual de bonita siempre, en algún momento se marchitará. Todo tiene una crecimiento y creo que cuanto más tiempo te quedas pensando que antaño era mejor, más tiempo estás perdiendo”, sostiene.

Cuando posa para la cámara, lo hace serio, igual que actúa en la mayoría de sus papeles ―”no sé por qué no me ofrecen comedias, pero supongo que ya llegará”―. Delante del objetivo se le ve cómodo, seguro. Entre flash y flash, en cambio, se le escapa la risita nerviosa de quien ya no sabe qué aire poner y está deseando destruir la sesión. “Hay días que no me veo muy para ponerme en el foco. Es que soy achicopalado”, se excusa con una sonrisa que le caracteriza mucho más que el semblante serio. “Soy extrovertido e introvertido a partes iguales”, matiza. Dice que, según leyó hace poco, la timidez y la introversión no son lo mismo. Que lo primero está relacionado con la inseguridad y lo segundo con una referéndum propia de cuándo mostrarse a los demás. Y que todavía no tiene muy claro cuál de las dos es la que le define. Media hora de conversación que insiste en aumentar si es necesario, a pesar de que hay multitud esperando a saludarle, fotografiarle y explicitarle su devoción, baste para concluir que se manejo de lo segundo.
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